domingo, 2 de septiembre de 2012

El drama de un caviar rechazado




En su columna del 29 de Agosto, titulada CaviarReloaded, Aldo Mariátegui vuelve a la carga con el monotema que ocupa todos sus pensamientos y configura su eterna pesadilla: la amenaza de los caviares quienes, según él, son los responsables de todos los males del mundo. Ya había dedicado al tema su columna del día anterior, Caviar,dícese de… , a raíz de la mención del término en la sesión de la CIDH. No nos detendremos a analizar la desastrosa redacción que dificulta poder leer lo que escribe, ni perderemos el tiempo en señalar las incongruencias, falacias y otros atentados a la lógica más elemental que se revelan en su intento de argumentación. Voy a sentarme en el sillón del psicoanalista para entender qué es lo que hay detrás de esta obsesión histérica de Mariátegui contra un grupo de gente al que ha etiquetado de “caviares” pero que no responden a ninguna definición ni pueden ser agrupados a partir de ningún criterio unificador ya que lo único que guardan en común estas personas es no pensar igual que Aldo Mariátegui. Curiosamente, la descripción caricaturesca que Mariátegui hace del “caviar” en esta columna, calza en un 90% con la biografía de…. el mismo Mariátegui. Veamos párrafo por párrafo como, en la construcción literaria de este ser absurdo que es el caviar, Aldo ha terminado pintándose a sí mismo:

1-       “Tu abuelo fue un abogado linajudo de apellido compuesto”  

Al parecer Aldo, abogado él, añora el apellido muy compuesto de su linajudo antepasado, Don Francisco Javier Mariátegui y Palacio.

2-       “..de cuya herencia la familia tiró lo que pudo, pues papá era simpático y mundano, pero bueno para nada.”

En esta frase parece que el inconsciente de Aldo estaría quejándose con ciertos antepasados suyos, pero especialmente a su abuelo José Carlos, por haber despilfarrado la fortuna familiar, o por no haber aportado a su crecimiento (dedicándose este último a la improductiva tarea política de fundar el Partido Comunista del Perú). Pero el reclamo va dirigido también a su propio padre, Sigfrido, el librero, quien a diferencia de sus más connotados hermanos Sandro, senador de Acción Popular, y Javier, el psiquiatra, no tiene mucha obra ni fortuna que mostrar.

3.  “ y mamá una pituca que vivía en un mundo más caro del que podían pagarse: el famoso ´qué dirán´ (sic).” 

Sabemos de muy buenas fuentas que la madre de Aldo, doña Haydee Bosse Molloy fue siempre la pituca (como     en la canción de Tongo) del pobre Don Sigfrido.

4.  “Poco atlético, feúcho y tímido. Colegio de curas estrictos (y a veces toquetones). No eras popular. (…) Jugabas pésimo futbol y tus chistes eran mongos. Algo bueno en los estudios. O lorna, o no te hacían caso.(…) No exhibías los mismo lujos de tus condiscípulos pitucos y resentías eso.”  

Realmente ALUCINANTE  lo que puede hacer el inconsciente. Ni siquiera Bryce pudo dibujar de manera tan exacta a Julius como Aldo logra describirse a sí mismo en las tres líneas anteriores. Porque Aldo era (y sigue siendo) poco atlético y feúcho (la timidez trocó en patanería). Aldo y sus hermanos estudiaron en el Santa María, colegio de curas, más huachafos que estrictos, pero, eso sí, bastante toquetones. Aldo no era popular, nunca practicó ningún deporte y sus chistes eran y siguen siendo mongos (es el único columnista que le indica a sus lectores cuando deben reírse cerrando sus chistes con un condoritesco jua, jua!). Mediocre en los estudios y recontralorna según pueden dar fe todos sus compañeros de promoción.  Pero lo más terrible de todo para Aldo era comprobar que no podía exhibir los mismo lujos de sus condiscípulos, la mayoría de ellos hijos de las familias más adineradas del Perú: ahí empezó ese extraño proceso de resentimiento de Aldo Mariátegui. Lo que sigue, lo hemos visto a lo largo de estos años en sus columnas: la estigmatización de la clase alta limeña (esa que no lo admitió como miembro pleno), calificando a sus miembros de tarados (y la prueba de su taradez, sería adoptar una posición política de izquierda) como consecuencia de una supuesta degeneración genética producto de su comportamiento endogámico.

5. “Bailabas mal. Las chicas de tu clase social te ignoraban: ¡rebotaste harto! Te fue mal en Ancón. No te sentías en ese mundo aunque te repelía el popular.”

El complejo social que Mariátegui ha manifestado siempre, queda claro en la última frase: nunca llegó a sentirse parte del grupo social de sus compañeros del Santa María, pero por otro lado le repelía lo popular (los cholos). Conversando con personas que lo conocieron entonces nos enteramos de que Aldo y su hermano Renzo pertenecían al grupo de los “pavazos”: iban a las fiestas y se la pasaban toda la noche en una esquinita con su trago en la mano y las chicas ni los miraban. Sí pues, las chicas de su clase social, esa clase social que ahora tanto defiende en CORREO, nunca le hicieron caso y por eso, al final, tuvo que juntarse con una española divorciada. De hecho parece que Aldo no “debutó” sino hasta los veintitantos.

6. “Entraste a una universidad de jesuitas rojos bajo una dictadura militar de izquierdas. Papa tuvo problemas serios y la familia de mamá perdió el fundo (por eso hasta ahora detestas a los militares).”

Nuevamente, el inconsciente traiciona a Aldo y lo hace entrar en contradicciones: ¿no era que los caviares por excelencia, los grandes caviares, eran todos velasquistas (Mirko Lauer, Rafael Roncagliolo, García Sayán)? ¿Quiénes son entonces estos caviares que detestan a los militares? Pero volvamos a nuestro biografiado: Aldo ingresó a la PUCP en 1981, apenas dos años después de terminado el gobierno militar, por lo tanto, sigue calzando con el personaje que describe. Difícil pensar que Aldo tuviera entonces la opinión que hoy tiene de esa universidad, porque si hubiera sido así, habría podido irse a estudiar a la Universidad del Pacífico o a la Universidad de Lima. Fue por esa misma época que papá y las librerías MINERVA tuvieron serios problemas. Lo único que parece no coincidir es que mamá haya perdido el fundo porque nunca tuvo uno, pero en la fantasía infantil de Aldo, es como si Velasco le hubiera expropiado también a él y a su familia, su fundo imaginario. Para ilustrar el trauma de Aldo con Velasco, leamos esta sentida confesión de Aldito en su columna navideña del año 2009:

“me jode mucho (y miro con sana envidia a los niños actuales) no haber tenido más juguetes que algunos pocos y lógicamente algo estropeados que heredé de mis hermanos mayores, sólo porque a algún estúpido cachaco se le ocurrió que “no era prioritario gastar divisas en éstos”, como si la economía funcionase como un cuartel.”

Ahí tenemos la explicación de por qué Mariátegui detesta tanto a los militares. Perdón, una corrección: por qué detesta tanto a los militares velasquistas. Esos son los únicos militares a los que detesta, ya que los militares fujimontesinistas, odriístas, franquistas, pinochetistas o cualquier otro uniformado que comparta su odio hacia los rojos, gozará de su total simpatía.

7. “Hallaste una nueva religión: el marxismo. ¡Allí si te pararon bola! Pero todos siempre ´tus iguales´: blanquitos miraflorinos, de apellido compuesto o sonoro. ¡Nada de cholos! Hierba, Beatles, Donovan, Giecco (sic), Serrat, Sosa, Piero, Cabral, Rodríguez, Milanés y sexo en el VW frente a la costa verde.(…) Tenías un poster del Che. Usaste el pelo largo, sandalias, bufandas y bolsas incaicas. Nunca corbatas.”

Ay, Aldito, qué pena que no hayas pasado por el diván antes de vomitar esta columna involuntariamente autobiográfica. Porque la clave para entenderte, radica en la segunda frase: después de una escolaridad marcada por la exclusión y la frustración narcisista y sexual, pensaste, al entrar a la PUCP, que los sacerdotes de esta nueva religión, el marxismo, te iban a parar bola, sobre todo por ser nieto del Amauta y apellidarte como te apellidas. Debe haber sido terrible para ti, rebotar nuevamente, y que las chicas del campus, hippies, amantes de la nueva trova, de ideas liberales, tuvieran sexo en un VW frente a la costa verde con cualquiera menos….contigo. Confiésalo Aldito: quisiste ser parte de esa nueva religión y te encontraste con que, al igual que en tu etapa de escolar en el Santa María, no llegabas a pertenecer al grupo de los Bacanes, los que la llevaban eran los de siempre: chicos ricos de apellidos compuestos, que monopolizaban la atención de profesores y alumnos, pero sobre todo de las chicas. Esos blanquitos miraflorinos (pensar que Eliane Karp enseñaba en la PUCP en esa época) que fumaban hierba y escuchaban a los Beatles no te aceptaron. Y tú juraste entonces vengarte: algún día los destruirías. Tu odio se extendió, metastásicamente, a todos los símbolos de esta tribu fundada por tu abuelo y que ahora desconocía tu talento. Nada de marihuana ni de rock. Ni hablar de usar pelo largo, sandalias, bufandas (menos de color verde) ni bolsas incaicas. A partir de ahora harías tuyos los símbolos opuestos para convertirte en un novísimo superhéroe: Alditus. Encargado de librar al mundo de la amenaza roja, vestirías sólo saco y corbata con corte de pelo militar, escucharías música de Frank Sinatra, colgarías un poster de Pinochet en tu cuarto y guardarías con devoción una estampita de Margaret Thatcher en la billetera, además de aficionarte a fumar puros Montecristo. Con esta insólita (para los jóvenes universitarios de tu generación) indumentaria asombrarías a tus contemporáneos. Por esos mismos días empezaste a paporretear a Von Hayek, Friedman y Ayn Rand.

8.  “Jamás aguantaste a los cholos radicales de San Marcos y detestas- aún-  a los cholos apristas. Acabaste derecho o sociología o psicología o antropología. (…) Intentaste hacer política pero no tenías carisma, presencia, labia o cojones. Llegaron tus 30 y seguías flotando de trabajitos que te conseguía tu papá, hasta que un pata te habló de algo que se llamaba…ONG. ¡Bingo!  

Según Mariátegui, los caviares no aguantan a los cholos. Pero en realidad es él quien desprecia a los cholos y no tiene problema en admitirlo. La razón de este odio: el temor de que lo vayan a confundir con uno. Porque, aunque parezca que Mariátegui es un blanquiñoso más, resulta que hay harto cholo en su árbol genealógico. Otro motivo para detestar a su abuelo José Carlos es que por su lado le viene gran parte de su sangre india: la madre del Amauta era descendiente directa del cacique La Chira de Piura. Entonces, como él está lleno de este odio racista,  no soporta que otros de su clase (blanquitos miraflorinos, de apellido compuesto, ´sus iguales´) defiendan los derechos y la igualdad de todos los peruanos con su rollo socialista. Lo terrible de ser caviar, según Mariátegui, radica en no entender que todos los males de nuestra sociedad empezaron cuando a algunos románticos pelotudos se les ocurrió que todos los peruanos debían tener los mismos derechos y oportunidades, que todos debían tener derecho a votar y que la riqueza y el poder estaban mal distribuidos.
¡Eso era ir en contra de sus propios intereses de clase!
Y como no es aceptable criticar eso en su esencia, la estrategia de Alditus consiste en desacreditar a estos tontos diciendo que mienten y que todo lo que hacen y dicen es una farsa: los caviares se hacen los buena gente, nos engañan a todos con el cuento de la justicia social y la búsqueda de la igualdad pero en el fondo lo único que quieren es parasitar y vivir a costa de unos extranjeros incautos que despilfarran su dinero financiando ONGs que no hacen nada y que no sirven para nada. Es decir estos “caviares”, todos de buena familia y fortuna, graduados de la mejor universidad del Perú y la mayoría de ellos con posgrados en el extranjero, necesitan engañar a unas fundaciones europeas y norteamericanas (no cubanas) sin fines de lucro para poder vivir como ricos. Nos queda clarísimo que, por ejemplo, el ultracaviar Diego García Sayán Larrabure, necesita aprovecharse de las ONG´s porque como abogado sería incapaz de ganar un centavo y es tan bruto que no sabe cómo administrar la fortuna familiar (que los pobretones de los Mariátegui ya hubieran querido tener).

9. “Te va super bien: los rollos de los derechos humanos y la ecología no tienen pierde. Viajas harto en primera, vas a ´La Gloria´, tienes 4x4, y ganas en euros. Los gringos te invitan a la embajada para ´coordinar´ (…) Influyes en jueces y fiscales (…) Haces consultorías para la Municipalidad. Te tiras a tus idealistas practicantes de tus ONG sin paltas mutuas.”

Siguen las coincidencias. Porque a Aldo también le ha ido super bien, sólo que jugando para el equipo contrario, tan huérfano de inteligencia desde hace varias décadas. El rollo de Alditus no son los derechos humanos y la ecología sino todo lo contrario: el derecho de las empresas y los gobiernos a pisotear los derechos humanos y laborales, y a destruir el medioambiente si hay un billete de por medio (¡Conga tiene que ir sí o sí!). Aldo también viaja en primera, fina cortesía de Odebrecht, la Universidad San Martín o de César Cataño y entre el 2006 y el 2011, lo hizo, eventualmente, en el avión presidencial.  Aldo también va a La Gloria, aunque por lo general prefiere La Cofradía. Los gringos también lo invitaban a la embajada para coordinar, sobre todo durante la última campaña electoral cuando se temía que Humala pudiera parecerse a Chávez. ¡Y hay que ver cómo coordinaba Alditus sus portadas y sus editoriales en una perfecta triangulación con la DINOES, Palacio de Gobierno y el Estudio de Luis Nava, el popular cajero presidencial!
Pero eso no es todo, Alditus también influye en jueces y fiscales, que para eso ha sido un aplicado alumno de su patrón Agois. Y en cuanto a consultorías, nadie le gana a Alditus. Pero él es solapa y las hace a través de la empresa de Asesoría en Comunicaciones, ADN Consultores (propiedad de su mujer, Laura Cáceres y de su columnista estrella, Mario Saldaña). Destacan entre los clientes de esta empresucha dedicada al tráfico de influencias: Alan García, la USMP, el general Chacón,  Hotel Los Delfines (Isi Levy), Arzobispado de Lima (Cipriani), el Loco David Manrique, César Cataño entre otros distinguidos personajes. Alditus no le hace asesorías a la Municipalidad de Lima, sino más bien a la del Callao, y le molesta el chuponeo, sólo cuando los chuponeados son Kouri, Lourdes Flores o Marco Turbio Gutiérrez. En cuanto a tirarse a sus practicantes, no nos consta, pero que le gustaría no lo dudamos: ¡el problema es que hasta hoy sigue rebotando !

10. “Publicas en La República y a veces en El Comercio (ya menos). El 4 fue tu canal. La frejola y los fujicaviares te adulan todo el día y hasta Vargas Llosa te para bola (sic). ¡Caviar, eres alguien, te has realizado ! ¡Y tienes un montón de chiquillos tontos que te imitan e idolatran! ¡Ya te bailó el trompo!”

A ver, díganme si tiene algo de reprobable publicar en La República y El Comercio o aparecer en Canal 4. Son, sin lugar a dudas, los diarios y el canal de TV más serios y respetados del país. Los amigos y correligionarios de Alditus sólo encuentran tribuna en ese albañal llamado Correo o en el impresentable Expreso, por no mencionar el casi clandestino canal de TV Willax, propiedad de la periodista de alquiler y gaga emérita, Cecilia Valenzuela. Dice después Alditus que la Frejola (así llama él cariñosamente a Susana Villarán) adula a los caviares: ¿para qué tendría que hacerlo? ¿no se supone que ella misma es la máxima expresión de lo caviar? Es como si dijéramos que Jorge del Castillo adula a los apristas. ¿Qué clase de afirmación es esa y qué sentido tiene hacerla? Pero en el mundo de la mediocridad y el cuasi-analfabetismo periodístico en el que se mueve Mariátegui, este forma torpe de pensar y redactar le gana aplausos y contribuye a cimentar su fama de periodista que no tiene pelos en la lengua (¿?). En todo caso, ¿quién lo adula él? ¿el zoófilo Kenyi y los fujinazis?
Que Vargas Llosa le pare bola a los caviares y no a él, constituye otro motivo de rabia permanente para Alditus: ninguna persona con cierto vuelo y reconocimiento intelectual puede sentir por Mariátegui algo que no sea vergüenza y desprecio. Los únicos intelectuales que le podrían dar bola son los fujimoristas Francisco Tudela y Fernando de Trazegnies.
Pero debemos reconocer que Alditus logró realizarse profesionalemente. Lo hizo a través de una gesta periodística de infamia, lobby limosnero, intrigas y calumnia sistemática. Ahora tiene un valor de tonto útil para el sector más reaccionario del espectro político, para el grupúsculo más cavernario de las fuerzas armadas y para los gremios más mercantilistas de nuestro empresariado. Y no hay muchos chiquillos (menos chiquillas) que lo imiten o lo escuchen. Por el contrario, Alditus tiene un montón de viejos carcamanes, imbéciles e ignorantes, que lo idolatran. ¡Hay que ver cómo lo leen en el Hogar Canevaro y en el Club Nacional!

Alditus, nunca te bailó el trompo, pero no te preocupes, ¡eres una maestro jugando a los ñocos !