En su
columna del 29 de Agosto, titulada CaviarReloaded, Aldo Mariátegui vuelve a la carga con el monotema que ocupa todos
sus pensamientos y configura su eterna pesadilla: la amenaza de los caviares quienes,
según él, son los responsables de todos los males del mundo. Ya había dedicado
al tema su columna del día anterior, Caviar,dícese de… , a raíz de la mención del término en la sesión de la CIDH. No
nos detendremos a analizar la desastrosa redacción que dificulta poder leer lo
que escribe, ni perderemos el tiempo en señalar las incongruencias, falacias y
otros atentados a la lógica más elemental que se revelan en su intento de
argumentación. Voy a sentarme en el sillón del psicoanalista para entender qué es
lo que hay detrás de esta obsesión histérica de Mariátegui contra un grupo de
gente al que ha etiquetado de “caviares” pero que no responden a ninguna
definición ni pueden ser agrupados a partir de ningún criterio unificador ya
que lo único que guardan en común estas personas es no pensar igual que Aldo
Mariátegui. Curiosamente, la descripción caricaturesca que Mariátegui hace del
“caviar” en esta columna, calza en un 90% con la biografía de…. el mismo
Mariátegui. Veamos párrafo por párrafo como, en la construcción literaria de
este ser absurdo que es el caviar,
Aldo ha terminado pintándose a sí mismo:
1-
“Tu abuelo fue un abogado linajudo de
apellido compuesto”
Al parecer Aldo, abogado él, añora el apellido muy compuesto
de su linajudo antepasado, Don Francisco Javier Mariátegui y Palacio.
2- “..de cuya herencia la familia tiró lo que pudo, pues papá era simpático
y mundano, pero bueno para nada.”
En esta frase parece que el inconsciente de Aldo estaría quejándose con ciertos antepasados suyos, pero especialmente a su abuelo José
Carlos, por haber despilfarrado la fortuna familiar, o por no haber aportado a
su crecimiento (dedicándose este último a la improductiva tarea política de
fundar el Partido Comunista del Perú). Pero el reclamo va dirigido también a su
propio padre, Sigfrido, el librero, quien a diferencia de sus más connotados
hermanos Sandro, senador de Acción Popular, y Javier, el psiquiatra, no tiene
mucha obra ni fortuna que mostrar.
3. “ y mamá una pituca que vivía en un mundo
más caro del que podían pagarse: el famoso ´qué dirán´ (sic).”
Sabemos de muy buenas fuentas que la
madre de Aldo, doña Haydee Bosse Molloy fue siempre la pituca (como en la canción de Tongo) del pobre Don Sigfrido.
4. “Poco atlético, feúcho y tímido. Colegio de
curas estrictos (y a veces toquetones). No eras popular. (…) Jugabas pésimo
futbol y tus chistes eran mongos. Algo bueno en los estudios. O lorna, o no te
hacían caso.(…) No exhibías los mismo lujos de tus condiscípulos pitucos y
resentías eso.”
Realmente ALUCINANTE
lo que puede hacer el inconsciente. Ni siquiera Bryce pudo dibujar de
manera tan exacta a Julius como Aldo logra describirse a sí mismo en las tres
líneas anteriores. Porque Aldo era (y sigue siendo) poco atlético y feúcho (la
timidez trocó en patanería). Aldo y sus hermanos estudiaron en el Santa María,
colegio de curas, más huachafos que estrictos, pero, eso sí, bastante
toquetones. Aldo no era popular, nunca practicó ningún deporte y sus chistes
eran y siguen siendo mongos (es el único columnista que le indica a sus lectores cuando deben reírse cerrando sus chistes con un condoritesco jua, jua!). Mediocre en los estudios y recontralorna según
pueden dar fe todos sus compañeros de promoción. Pero lo más terrible de todo para Aldo era
comprobar que no podía exhibir los mismo
lujos de sus condiscípulos, la mayoría de ellos hijos de las familias más
adineradas del Perú: ahí empezó ese extraño proceso de resentimiento de Aldo Mariátegui.
Lo que sigue, lo hemos visto a lo largo de estos años en sus columnas: la
estigmatización de la clase alta limeña (esa que no lo admitió como miembro
pleno), calificando a sus miembros de tarados (y la prueba de su taradez, sería
adoptar una posición política de izquierda) como consecuencia de una supuesta
degeneración genética producto de su comportamiento endogámico.
5. “Bailabas mal. Las
chicas de tu clase social te ignoraban: ¡rebotaste harto! Te fue mal en Ancón.
No te sentías en ese mundo aunque te repelía el popular.”
El complejo social que Mariátegui ha manifestado siempre, queda
claro en la última frase: nunca llegó a sentirse parte del grupo social de sus
compañeros del Santa María, pero por otro lado le repelía lo popular (los
cholos). Conversando con personas que lo conocieron entonces nos enteramos de
que Aldo y su hermano Renzo pertenecían al grupo de los “pavazos”: iban a las
fiestas y se la pasaban toda la noche en una esquinita con su trago en la mano
y las chicas ni los miraban. Sí pues, las chicas de su clase social, esa clase
social que ahora tanto defiende en CORREO, nunca le hicieron caso y por eso, al
final, tuvo que juntarse con una española divorciada. De hecho parece que Aldo
no “debutó” sino hasta los veintitantos.
6. “Entraste a una
universidad de jesuitas rojos bajo una dictadura militar de izquierdas. Papa
tuvo problemas serios y la familia de mamá perdió el fundo (por eso hasta ahora
detestas a los militares).”
Nuevamente, el inconsciente traiciona a Aldo y lo hace entrar
en contradicciones: ¿no era que los caviares
por excelencia, los grandes caviares,
eran todos velasquistas (Mirko Lauer, Rafael Roncagliolo, García Sayán)?
¿Quiénes son entonces estos caviares
que detestan a los militares? Pero volvamos a nuestro biografiado: Aldo ingresó
a la PUCP en 1981, apenas dos años después de terminado el gobierno militar,
por lo tanto, sigue calzando con el personaje que describe. Difícil pensar que
Aldo tuviera entonces la opinión que hoy tiene de esa universidad, porque si
hubiera sido así, habría podido irse a estudiar a la Universidad del Pacífico o
a la Universidad de Lima. Fue por esa misma época que papá y las librerías MINERVA tuvieron serios problemas. Lo único
que parece no coincidir es que mamá
haya perdido el fundo porque nunca tuvo uno, pero en la fantasía infantil de
Aldo, es como si Velasco le hubiera expropiado también a él y a su familia, su
fundo imaginario. Para ilustrar el trauma de Aldo con Velasco, leamos esta
sentida confesión de Aldito en su columna navideña del año 2009:
“me
jode mucho (y miro con sana envidia a los niños actuales) no haber tenido más
juguetes que algunos pocos y lógicamente algo estropeados que heredé de mis
hermanos mayores, sólo porque a algún estúpido cachaco se le ocurrió que “no
era prioritario gastar divisas en éstos”, como si la economía funcionase como
un cuartel.”
Ahí tenemos
la explicación de por qué Mariátegui detesta tanto a los militares. Perdón, una
corrección: por qué detesta tanto a los militares velasquistas. Esos son los
únicos militares a los que detesta, ya que los militares fujimontesinistas,
odriístas, franquistas, pinochetistas o cualquier otro uniformado que comparta
su odio hacia los rojos, gozará de su total simpatía.
7. “Hallaste una nueva
religión: el marxismo. ¡Allí si te pararon bola! Pero todos siempre ´tus
iguales´: blanquitos miraflorinos, de apellido compuesto o sonoro. ¡Nada de
cholos! Hierba, Beatles, Donovan, Giecco (sic), Serrat, Sosa, Piero, Cabral,
Rodríguez, Milanés y sexo en el VW frente a la costa verde.(…) Tenías un poster
del Che. Usaste el pelo largo, sandalias, bufandas y bolsas incaicas. Nunca
corbatas.”
Ay, Aldito, qué pena que no hayas pasado por el diván antes
de vomitar esta columna involuntariamente autobiográfica. Porque la clave para
entenderte, radica en la segunda frase: después de una escolaridad marcada por
la exclusión y la frustración narcisista y sexual, pensaste, al entrar a la
PUCP, que los sacerdotes de esta
nueva religión, el marxismo, te iban a parar
bola, sobre todo por ser nieto del Amauta y apellidarte como te apellidas.
Debe haber sido terrible para ti, rebotar nuevamente, y que las chicas del
campus, hippies, amantes de la nueva trova, de ideas liberales, tuvieran sexo en un VW frente a la costa verde con cualquiera menos….contigo. Confiésalo Aldito:
quisiste ser parte de esa nueva religión y te encontraste con que, al igual que
en tu etapa de escolar en el Santa María, no llegabas a pertenecer al grupo de
los Bacanes, los que la llevaban eran
los de siempre: chicos ricos de apellidos compuestos, que monopolizaban la
atención de profesores y alumnos, pero sobre todo de las chicas. Esos
blanquitos miraflorinos (pensar que Eliane Karp enseñaba en la PUCP en esa
época) que fumaban hierba y escuchaban a los Beatles no te aceptaron. Y tú
juraste entonces vengarte: algún día los destruirías. Tu odio se extendió,
metastásicamente, a todos los símbolos de esta tribu fundada por tu abuelo y
que ahora desconocía tu talento. Nada de marihuana ni de rock. Ni hablar de
usar pelo largo, sandalias, bufandas (menos de color verde) ni bolsas incaicas.
A partir de ahora harías tuyos los símbolos opuestos para convertirte en un
novísimo superhéroe: Alditus. Encargado de librar al mundo de la amenaza roja,
vestirías sólo saco y corbata con corte de pelo militar, escucharías música de
Frank Sinatra, colgarías un poster de Pinochet en tu cuarto y guardarías con
devoción una estampita de Margaret Thatcher en la billetera, además de
aficionarte a fumar puros Montecristo. Con esta insólita (para los jóvenes
universitarios de tu generación) indumentaria asombrarías a tus contemporáneos.
Por esos mismos días empezaste a paporretear a Von Hayek, Friedman y Ayn Rand.
8. “Jamás aguantaste a los cholos radicales de
San Marcos y detestas- aún- a los cholos
apristas. Acabaste derecho o sociología o psicología o antropología. (…)
Intentaste hacer política pero no tenías carisma, presencia, labia o cojones. Llegaron tus 30 y seguías flotando
de trabajitos que te conseguía tu papá, hasta que un pata te habló de algo que
se llamaba…ONG. ¡Bingo!
Según Mariátegui, los caviares no aguantan a los cholos. Pero
en realidad es él quien desprecia a los cholos y no tiene problema en
admitirlo. La razón de este odio: el temor de que lo vayan a confundir con uno.
Porque, aunque parezca que Mariátegui es un blanquiñoso más, resulta que hay
harto cholo en su árbol genealógico. Otro motivo para detestar a su abuelo José
Carlos es que por su lado le viene gran parte de su sangre india: la madre del
Amauta era descendiente directa del cacique La Chira de Piura. Entonces, como
él está lleno de este odio racista, no
soporta que otros de su clase (blanquitos
miraflorinos, de apellido compuesto, ´sus iguales´) defiendan los derechos
y la igualdad de todos los peruanos con su rollo socialista. Lo terrible de ser
caviar, según Mariátegui, radica en no entender que todos los males de nuestra
sociedad empezaron cuando a algunos románticos pelotudos se les ocurrió que
todos los peruanos debían tener los mismos derechos y oportunidades, que todos
debían tener derecho a votar y que la riqueza y el poder estaban mal
distribuidos.
¡Eso era ir en contra de sus propios intereses de clase!
Y como no es aceptable criticar eso en su esencia, la
estrategia de Alditus consiste en desacreditar a estos tontos diciendo que
mienten y que todo lo que hacen y dicen es una farsa: los caviares se hacen los buena gente, nos engañan a
todos con el cuento de la justicia social y la búsqueda de la igualdad pero en
el fondo lo único que quieren es parasitar y vivir a costa de unos
extranjeros incautos que despilfarran su dinero financiando ONGs que no hacen
nada y que no sirven para nada. Es decir estos “caviares”, todos de buena familia
y fortuna, graduados de la mejor universidad del Perú y la mayoría de ellos con
posgrados en el extranjero, necesitan engañar a unas fundaciones europeas y norteamericanas (no cubanas) sin fines de lucro para poder vivir como ricos. Nos queda clarísimo que, por
ejemplo, el ultracaviar Diego García Sayán Larrabure, necesita aprovecharse de
las ONG´s porque como abogado sería incapaz de ganar un centavo y es tan bruto
que no sabe cómo administrar la fortuna familiar (que los pobretones de los
Mariátegui ya hubieran querido tener).
9. “Te va super bien:
los rollos de los derechos humanos y la ecología no tienen pierde. Viajas harto
en primera, vas a ´La Gloria´, tienes 4x4, y ganas en euros. Los gringos te
invitan a la embajada para ´coordinar´ (…) Influyes en jueces y fiscales (…)
Haces consultorías para la Municipalidad. Te tiras a tus idealistas
practicantes de tus ONG sin paltas mutuas.”
Siguen las coincidencias. Porque a Aldo también le ha ido
super bien, sólo que jugando para el equipo contrario, tan huérfano de
inteligencia desde hace varias décadas. El rollo de Alditus no son los derechos
humanos y la ecología sino todo lo contrario: el derecho de las empresas y los
gobiernos a pisotear los derechos humanos y laborales, y a destruir el
medioambiente si hay un billete de por medio (¡Conga tiene que ir sí o sí!).
Aldo también viaja en primera, fina cortesía de Odebrecht, la Universidad San
Martín o de César Cataño y entre el 2006 y el 2011, lo hizo, eventualmente, en
el avión presidencial. Aldo también va a
La Gloria, aunque por lo general prefiere La Cofradía. Los gringos también lo
invitaban a la embajada para coordinar, sobre todo durante la última campaña
electoral cuando se temía que Humala pudiera parecerse a Chávez. ¡Y hay que ver
cómo coordinaba Alditus sus portadas y sus editoriales en una perfecta
triangulación con la DINOES, Palacio de Gobierno y el Estudio de Luis Nava, el popular cajero presidencial!
Pero eso no es todo, Alditus también influye en jueces y
fiscales, que para eso ha sido un aplicado alumno de su patrón Agois. Y en
cuanto a consultorías, nadie le gana a Alditus. Pero él es solapa y las hace a
través de la empresa de Asesoría en Comunicaciones, ADN Consultores (propiedad
de su mujer, Laura Cáceres y de su columnista estrella, Mario Saldaña). Destacan
entre los clientes de esta empresucha dedicada al tráfico de influencias: Alan
García, la USMP, el general Chacón,
Hotel Los Delfines (Isi Levy), Arzobispado de Lima (Cipriani), el Loco
David Manrique, César Cataño entre otros distinguidos personajes. Alditus no le
hace asesorías a la Municipalidad de Lima, sino más bien a la del Callao, y le
molesta el chuponeo, sólo cuando los chuponeados son Kouri, Lourdes Flores o
Marco Turbio Gutiérrez. En cuanto a tirarse a sus practicantes, no nos consta,
pero que le gustaría no lo dudamos: ¡el problema es que hasta hoy sigue
rebotando !
10. “Publicas en La
República y a veces en El Comercio (ya menos). El 4 fue tu canal. La frejola y
los fujicaviares te adulan todo el día y hasta Vargas Llosa te para bola (sic).
¡Caviar, eres alguien, te has realizado ! ¡Y tienes un montón de chiquillos
tontos que te imitan e idolatran! ¡Ya te bailó el trompo!”
A ver, díganme si tiene algo de reprobable publicar en La República y El Comercio o aparecer en Canal
4. Son, sin lugar a dudas, los diarios y el canal de TV más serios y
respetados del país. Los amigos y correligionarios de Alditus sólo encuentran
tribuna en ese albañal llamado Correo
o en el impresentable Expreso, por no
mencionar el casi clandestino canal de TV Willax, propiedad de la periodista de alquiler y gaga emérita, Cecilia Valenzuela. Dice después Alditus que la Frejola (así llama él cariñosamente a Susana
Villarán) adula a los caviares: ¿para
qué tendría que hacerlo? ¿no se supone que ella misma es la máxima expresión de
lo caviar? Es como si dijéramos que Jorge del Castillo adula a los apristas.
¿Qué clase de afirmación es esa y qué sentido tiene hacerla? Pero en el
mundo de la mediocridad y el cuasi-analfabetismo periodístico en el que se
mueve Mariátegui, este forma torpe de pensar y redactar le gana aplausos y
contribuye a cimentar su fama de periodista
que no tiene pelos en la lengua (¿?). En todo caso, ¿quién lo adula él? ¿el zoófilo Kenyi y los fujinazis?
Que Vargas Llosa le pare bola a los caviares y no a él,
constituye otro motivo de rabia permanente para Alditus: ninguna persona con
cierto vuelo y reconocimiento intelectual puede sentir por Mariátegui algo que
no sea vergüenza y desprecio. Los únicos intelectuales que le podrían dar bola
son los fujimoristas Francisco Tudela y Fernando de Trazegnies.
Pero debemos reconocer que Alditus logró realizarse profesionalemente. Lo hizo a través de una gesta periodística de infamia, lobby
limosnero, intrigas y calumnia sistemática. Ahora tiene un valor de tonto útil para el sector más reaccionario del
espectro político, para el grupúsculo más cavernario de las fuerzas armadas y para
los gremios más mercantilistas de nuestro empresariado. Y no hay muchos
chiquillos (menos chiquillas) que lo imiten o lo escuchen. Por el contrario,
Alditus tiene un montón de viejos carcamanes, imbéciles e ignorantes, que lo
idolatran. ¡Hay que ver cómo lo leen en el Hogar Canevaro y en el Club
Nacional!
Alditus, nunca te bailó el trompo, pero no te preocupes,
¡eres una maestro jugando a los ñocos !